martes, 20 de marzo de 2018

Domingo 17/03/2018. Vamos a Essaouira.

Nos levantamos a las 7h, dejamos todo recogido y las mochilas en recepción,  tenemos que cambiar de habitación.
Salimos a la calle. Nada que ver con la marabunta de la noche anterior pero hay vida. Está nublado y hace frío, parece que va a llover.
Cogemos un taxi por 50Dh a la estación de autobuses de Supra@trans. Compramos los billetes, 80Dh cada uno. Falta media hora para la salida a las 8:00h, tomamos un té.
Partimos puntual y cogemos autopista hasta casi Chichinoue, más o menos la mitat del camino, donde paramos a descansar 15 min.
El cielo está plomizo y llueve a ratos,  a veces con fuerza. La previsión és de sol al mediodía y efectivamente llegamos a las 11h a Essaouira sin lluvia y casi totalmente despejado. Cada verz el sol aprieta más y más.
La estación de bus está muy céntrica y vamos paseando hasta la ciudad dentro de las murallas.
Essaouira és totalmente diferente de lo visto hasta ahora. Era una fortaleza cristiana a orillas del Attlántico. La ciudad conserva las murallas, los edificios de piedra, las casas señoriales,...
Paseamos por sus calles caóticas, sus plazas, su puerto, sus murallas. Contemplando el paisaje, los millones de articulos expuestos en mil tiendas, difrurando de todos los sentidos y atendiendo a los saludos y  peticiones de los comerciantes,  en lo posible. Nos dejamos llevar.
Paramos a comer en una placita con varios restaurantes veganos. Nos sentamos en la terracita de uno pequeño y acogedor. Ensalada de aguacate, rollitos de champiñones y berenjena con guarnición, y tagin de judias rojas. Todo muy bien cocinado, condimentado y rico.
Durante la comida Ángela sufre una pequeña crisis existèncial. Un insight de consciecia que le provoca una bajada de ánimo y la deja muy negativa y pesimista. No le dura mucho y en seguida se recupera y podemos continuar  disfrutando de la comida, del viaje y de la compañía.

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