lunes, 1 de agosto de 2011

Trans Attlas 2010. Perdidos.

Día 01/04/2010. De no sabemos donde hasta vete tú a saber donde estamos.
                           77´6 km y 5 h 18 min de pedaleo.

Nos despierta la música de Extremoduro a las 7:00 h. El sol salió hace rato pero un cansancio añejo y una "mandra" temprana nos retiene dentro de los sacos, en el interior de la tienda, apurando al máximo los últimos minutos antes de poner en marcha el ritual de recogida del campamento: vestirnos,plegar esterillas, recoger sacos, desmontar y recoger tienda, preparar alforjas,etc..Mientras llevamos a cabo la maniobra de recogida aparece el que parece ser el dueño del terreno, que se apresura a comprobar que no hemos realizado ningún desperfecto. Al rato llega la que parece su esposa con un bebe a la espalda, y los tres se dedican a contemplar el extraño espectáculo que les ofrecen estos tres viajeros.
Decidimos desayunar antes de partir, no sin alguna que otra discusión: que si nos vamos, que si desayunamos, que si le damos algo, de que si no le damos nada. Antes de partir nos hacemos unas fotos y le entregamos a la chica 50dh, algo de comida y algunos colores y globos para el bebé.
Seguimos por la carretera buscando el inicio de la pista que queríamos coger, pero nunca llegamos a encontrarla. Tras varios intentos fallidos por descubrir la pista, desistimos y decidimos seguir por la carretera. Avanzamos monotonamente durante varias horas sin encontrar ningún sitio donde abastecernos. Finalmente nos desviamos un par de km para entrar en un pueblo a comer algo y comprar provisiones.
El pueblo es largo, feo y polvoriento como los pueblos de las películas del oeste, pero con otro estilo arquitectónico. Llegamos a lo que parece el centro, donde hay varios cafés y tiendas. Nos sentamos en una de las terrazas y comemos lo poco que tienen, bocadillo de sardinas, un par de refrescos y te a la menta, por supuesto. Nos quedamos un buen rato descansando y luego tras aprovisionarnos bien de agua, pan y latas de conservas, desandamos el camino para volver de nuevo a la monótona carretera. Sube y baja constante hasta llegar a un desvío que no tenemos muy claro, y aprovechando la coyuntura decidimos volver a acampar a la orillita del río.


De nuevo operación "monta el campamento": aplanar  terreno, montar tienda, lavado en el río, repasar bicis, preparar el fuego, preparar cena, hacer tortilla ( antes de llegar paramos en una casa y compramos 6 huevos), etc.
Tras la cena un capuchino, un cigarro y un rato de cháchara a la luz del fuego. Mientras disfrutamos del momento aparecen dos paisanos justo en el momento en que uno de los tres se está "cuescando", lo que será motivo de risas tardías. Los paisanos saludan, se acercan al fuego, nos piden tabaco, les liamos un par de cigarrillos de  picadura, se los fuman y se despiden.
Cuando nos quedamos de nuevo sólos explotamos en risas contenidas y nos quedamos un ratito más al lado de la hoguera charlando, riendo y pasándolo bien, antes de irnos a sobar.

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