Salimos temprano hacia la estación de autobuses. Mientras desayunamos llega el chico-guia de ayer, nos propone ir en taxi hasta Marrakech. La idea nos seduce, el precio es practicamente el mismo y llegaríamos mucho antes. Finalmente la cosa no acaba de cuajar, el taxi no tiene baca, el taxista quiere cobrar más, demasiado lío.
Cogemos el bus de la 9:30h. El autobús es más moderno, las bicis no viajan en el techo si no en un maletero inferior ( rueda delantera quitada y manillar girado), y más cómodo. Nos situamos en la última hilera se asientos y viajamos muy amplios. Paramos muy poco y el viaje se hace bastante ameno.
A pocos Km de Marrakech para el autobús en una estación de servicio. Al parecer se ha estropeado la dirección y la cosa parece grave, pero en menos de una hora ya estamos de nuevo en marcha.
Llegamos a Marrakech a las 15:00h. Como el bus esta averiado no entra en la estación y descargamos todo en medio de la calle, con muchas prisas y un barullo de vehiculos considerable.
Despues de pasar por el hotel a dejarlo todo y arreglarnos un poco, nos vamos al Zoco a comprar algún souvenir. Nos pelamos y afeitamos los tres en una barbería del Zoco y a cenar en un chiringuito de la plaza Jama el Fna. A nuestro lado cenan unas chicas inglesas con las que charlamos y nos reimos un rato.
Tras la cena apuramos nuestra última noche paseando, visitando la Mezquita y los jardines y tomando algo en alguna terracita.
En el hotel preparados para dormir me quedo un buen rato en la terraza contemplando cuanta pobreza y miseria hay entre la multitud. Hombres, mujeres, niños y viejos pidiendo algo para poder comer, mendigos buscando algún rincón donde dormir, familias que recogen algún misero puestecillo de cigarrillos o galletas.
Cojo todas las provisiones que nos quedan: pan, dos latas de sardinas y quesitos, y se las doy a un pobre anciano que pide en un callejón bajo el balcón. Por lo menos esta noche comerá algo.
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