El día comienza con un poco de lío con los desayunos pero finalmente se soluciona más o menos bien.
A priori hoy es un día tranquilo, unos 60 km, planos, atravesando el palmeral, un paseo.
Desandamos el camino que ayer tanto costó conquistar, para tomar la pista que atravesando el palmeral nos conducirá hasta Zagora. Cruzamos el Draa, muy crecido este año, y subimos la la mitad de la última cuesta de ayer, y por fin tomamos la pista del palmeral. La pista resulta agradable y sombreada. Durante muchos km circulamos siguiendo el río Draa a través del palmeral, cruzamos varias aldeas y el paisaje resulta muy exótico y espectacular. En algunas ocasiones la ruta se aparta del río, dejando atrás el palmeral y entrándose en zonas muy áridas y desérticas, pero siempre acaba volviendo hacia el palmeral.
El palmeral parece no acabar nunca. Superamos los 60 km, llegamos a los 70 km y ni rastro de Zagora. Estamos cansados y hambrientos. A los 75 km decidimos dejar abandonar la pista y girar hacia la derecha para ir a buscar la carretera. Empezamos a dar vueltas y vueltas por el palmeral, me recuerda la primera vez que intentamos cruzarlo en el 2007, entonces resultó imposible. Comenzamos a seguir los caminos que tienen más marcas de ser transitados y finalmente varios km después llegamos a la carretera, y por fin 3 km más adelante entramos en Zagora.
Paramos en la primera tiendecilla que encontramos para refrescarnos un poco y tenemos otro pequeño altercado con algunos niños que van en bici. Digo otro por que en el palmeral tuvimos un pequeño problema con un grupo de niños que parecían salir del colegio. Al parecer alguno de ellos nos tiró una piedra y Salva les regañó con dureza. Y ahora mientras nos tomamos unas coca-colas uno de los niños de las bicis se ha puesto un poco chulo, y me ha dado un pronto un poco chungo, pero ha durado poco, hemos pasado de él.
Tras parar a comer en el centro de Zagora nos dirigimos al hotel "El palmerier", o algo parecido, que es el hotel donde nos alojamos en el 2007. Por 200 Dh conseguimos una suite doble, desayuno y cena, en un hotelito de tres estrellas con piscina, cerveza y vino; Y a las puertas del desierto. Un lujo.
Un baño en la piscina, unas cervecitas en la terraza y una cena deliciosa con dos botellas de vino. Todo un lujo, pero nos lo hemos ganado.
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