Ya en la Kasbah, tras descargar todo el material, nos tomamos un par de cervecitas ( literalmente dos cervecitas ya que no tienen más, tampoco tienen licencia para servirlas, sólo la tienen los hoteles a partir de 4 estrellas. Nos las sirven como muestra de amistad, como un regalo de bienvenida, aunque por necesidad nos las acabaran cobrando, una cosa no quita la otra) y el omnipresente te.
La kasbah, en constante proceso de ampliación y mejora, cada año es más bonita, acogedora e incluso podríamos decir que lujosa. Mientras esperamos que se caliente el agua para la ducha aprovechamos para poner a punto las bicis y realizar algunas llamadas, personalmente para solventar algún que otro contratiempo laboral al parecer de suma importancia ( en teoría: se me acaba la reducción y debería volver a trabajar "ya", en realidad, y aunque todo estaba hablado y pactado, sólo faltaba mi firma. Pues que lo firme quien sea. ¿No te jode?
Tras la ducha (un poco accidentada y muy embozada), lavar algo de ropa y limpiar la vajilla; Llega la cena: picadillo de tomate, hamburguesitas con patatas fritas y macedonia de frutas. El te y el cigarrito acompañados de un buen rato de charla, este año no hay espectáculo, lástima. Salva se queda con las ganas, le ha cogido el gustillo a los bailes tradicionales. Para compensar la falta de folclore nos vamos un rato a la habitación a improvisar algún gag y reírnos de nuestras tonterías, que no son pocas.
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