Me despierto solo en la habitación. Por la ventana oigo a Simón y Salva que hablan desde la calle, han salida a disfrutar del frescor y la pureza de la mañana. Aunque hace rato que amaneció el calor del sol tarda en llegar a la profundidad de estos valles.
El desayuno normalito tirando a escaso, pero el café con leche está bueno y el pan se puede comer.
Básicamente es todo bajada y en bastante buen estado. Avanzamos rapidamente a través de un desfiladero. Las vistas son magnificas, una pista entre montañas y en medio el cauce de un río que llena de vida y de color un estrecho valle que se extiende a lo largo del desfiladero hasta perderse a la vista.
Llegamos a Aid Ben Aidoum sin contratiempos.
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